El papa Francisco envió el miércoles un contundente mensaje desde el Vaticano luego de que un contingente de diputados de La Libertad Avanza visitara en la cárcel a genocidas condenados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar.
Francisco recibió ayer en la residencia de Santa Marta, en Roma, a Anita Fernández, hija de Ana María Careaga, secuestrada cuando estaba embarazada de ella y nieta de Esther Balestrino de Careaga, víctima de los vuelos de la muerte y secuestrada por el genocida Alfredo Astiz en la Iglesia de la Santa Cruz y llevada al centro clandestino de detención que funcionaba en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Astiz es, precisamente, uno de los genocidas con los que se fotografiaron sonrientes los diputados libertarios desde la cárcel donde cumplen sus condenas por haber secuestrado, torturado, asesinado y desparecido a sus víctimas durante la dictadura además de haber robado bebés, muchos de los cuales todavía desconocen su verdadera identidad.
Según transmitió un comunicado del Instituto Espacio para la Memoria, en la charla “el Papa le manifestó que se había enterado de que unos diputados habían visitado a Astiz, que estaban queriendo que no estuvieran presos y que eso era algo muy peligroso”.
«No aflojen, conserven la memoria de lo que han recibido, no solo de las ideas sino de los testimonios, ése es el mensaje que les doy en este día”, dijo Francisco, de acuerdo con el video que se difundió en las últimas horas. Para el Instituto Espacio para la Memoria, se trató de “una clara respuesta a la ofensiva contra la memoria”.
En la entrevista Francisco también “recordó con admiración a su amiga y compañera Esther Balestrino de Careaga -quien fuera su jefa en un laboratorio de análisis clínicos-, y dijo que de ella había aprendido su amplitud política, entre otras palabras afectuosas”.
Visita a genocidas
Seis diputados de la Nación que integran el bloque del oficialismo (La Libertad Avanza) visitaron en la cárcel de Ezeiza a genocidas condenados por delitos de lesa humanidad. Entre ellos estaba Astiz, que tuvo un rol clave en el secuestro de tres madres de Plaza de Mayo, dos monjas francesas y varios militantes en diciembre de 1977. Varios secuestrados fueron arrojados vivos al mar en el marco de los “vuelos de la muerte” que partían desde la ex ESMA.
El entonces teniente de fragata Astiz había simulado ser hermano de un desaparecido y durante meses se ganó la confianza de las madres que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, del barrio porteño de San Cristóbal, que pertenecía a la comunidad de los Pasionistas. Entre los secuestrados estaba Esther Ballestrino de Careaga. Ana María Careaga es la tercera hija de Esther y tenía 16 años cuando se llevaron a su madre.
De la visita que organizó el diputado Beltrán Benedit también participaron Lourdes Arrieta, Alida Ferreyra, Guillermo Montenegro, María Fernanda Araujo y Rocio Bonacci. En ese marco los genocidas les entregaron un proyecto de ley para que que puedan beneficiarse de la prisión domiciliaria, algo no contemplado en la actualidad para los condenados por delitos de lesa humanidad.