En el Instituto Patria y en La Plata coinciden en que la ex presidenta y el Gobernador, junto con Massa, deben juntarse a planificar la estrategia para las elecciones. Los delegados que ofician de puente.
Es una necesidad. Más allá de los resquemores, los reproches y las interpretaciones que deambulan por todo el peronismo y por las principales arterias kirchneristas. Es una necesidad porque la fragmentación es inviable para todos. Si la relación entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof no logra encauzar, el camino para ordenar la alianza opositora se satura de barreras. Se entorpece la articulación política y se alejan los acuerdos. El panorama pasa de gris a negro.
En el peronismo hay una necesidad cada vez más consistente: la ex presidenta de la Nación y el actual gobernador bonaerense tienen que sentarse cara a cara. Como lo hicieron el 15 de octubre en las oficinas que les prestó Mariano Recalde. En esa oportunidad fueron tres horas de pase de facturas y explicaciones incomprendidas. Fue un encuentro con resultado negativo. Ahora no importa el tiempo, ni el lugar. Solo importa llegar a un acuerdo. Bajar las pretensiones y aceptar las condiciones. De los dos lados.
A Sergio Massa lo apuntan como el celestino. Como el mejor posicionado para lograr un acuerdo entre las partes. Pero él se corre de ese lugar. No quiere ser intermediario. En algunos sectores del kirchnerismo dicen que la idea de hacer una mesa tripartita -que integren el líder del Frente Renovador, CFK y Kicillof- es suya. Dentro de las cuatro paredes de su despacho en Avenida Libertador, el ex ministro lo desmiente. “No me voy a meter en ese lío. No hay que meterse en los problemas de familia”, repite.
“Es necesario que se reúnan. Que logren una tregua y un acuerdo”, expresó un dirigente bonaerense con llegada a los tres sectores fuertes en los que hoy está dividida la coalición. La idea de una mesa de tres que impulsan en varias terminales, retrata un cambio de época en la fuerza política. Los tres nombres importantes que tienen que estar sentados para negociar son Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof.
Hasta que eso suceda, hay delegados de las tres partes que ofician de puente. Dos que tienen el teléfono abierto del kicillofismo son el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, y la secretaria general de la Gobernación, Agustina Vila. Ambos del riñón del mandatario provincial. Por el lado de CFK los interlocutores son la senadora bonaerense Teresa García y el diputado provincial Facundo Tignanelli. Por el lado de Massa los dos que interactúan son el director del BAPRO, Sebastián Galmarini, y el legislador bonaerense Rubén “Turco” Eslaiman. En ese triángulo se mueve la información. Por esas vías se intenta acercar posiciones.
El Gobernador pasó a ocupar la silla que durante el gobierno pasado tenía Alberto Fernández. Ganó acciones en la sociedad. Por ser el gobernador de la provincia más poblada del país, por ser el principal precandidato presidencial y por tener votos en sus bolsillos. Un funcionario camporista apeló a la ironía para dar cuenta de la modificación de actores preponderantes: “Axel tiene bastante de Alberto. El albertismo se fue con él. Cafiero, Tolosa Paz, Ferraresi, Katopodis, la CGT”. La relación entre La Cámpora y Kicillof es mala. No hay intentos por disimularlo.
La chicana es una realidad. Todos esos dirigentes se mostraron cerca de Kicillof en el momento que decidió tomar distancia de CFK y la agrupación que conduce Máximo Kirchner. No es casualidad. Arrastran enormes diferencias con el núcleo duro del kirchnerismo. La gran diferencia es que Kicillof no es, ni quiere ser Fernández. No está dispuesto a someterse a la lógica de conducción ultra K. Pretende tener una autonomía lógica en sus decisiones y consensuar algunas determinaciones de fondo con la ex presidenta y el ex ministro de Economía. El poder concentrado en ese nuevo triángulo.
Hasta ahora Kicillof no ha formó parte de esas mesas de definiciones. Era uno de los reclamos que viene haciendo puertas adentro y que los integrantes de su armado político se encargaron de expandir. “Es el gobernador más importante que tiene el peronismo. Tiene que estar en la mesa donde se definen las cosas. Tiene que hacer valer su voz”, aseguró uno de los principales armadores.
Kicillof está de acuerdo en la idea de armar una mesa de tres. La ve necesaria para lograr acuerdos en temas sensibles como la eliminación de las PASO, el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses y la utilización de la boleta única papel. “No vamos a tomar una decisión unilateral”, dicen en La Plata. Quieren buscar un consenso con todos los sectores importantes de la coalición. Un acuerdo que evite una nueva batalla pública.
El Gobernador avala el proyecto de ley que presentó Rubén “Turco” Eslaiman en la legislatura bonaerense y que propone suspender las PASO en la provincia para el año 2025. Es por única vez. Sería una forma de correrse de la discusión nacional sobre el mismo tema y tomar una decisión rápida sobre lo que va a pasar en el territorio bonaerense. Eslaiman es el hombre fuerte de Massa en la provincia de Buenos Aires.
En La Plata aceptan que para ellos el mejor camino es eliminar las PASO y que se vote con la boleta tradicional. Aún no hay definiciones sobre el desdoblamiento. Esperan que la mesa se arme y la definición salga del consenso. “Todos los sectores de la coalición saben de nuestra predisposición para reunirnos, de que esa mesa exista y que nos sentemos a tomar decisiones”, indicaron muy cerca de Kicillof.
En la gobernación son claros y explícitos. Hay que diagramar una estrategia para competir en la provincia de Buenos Aires el año que viene. Y hay que empezar a discutirlo con tiempo. “A nadie le conviene que vayamos con dos listas”, sostienen. Esa es una de las hipótesis que se discute hace tiempo en el armado político del Gobernador frente a una eventual fractura con La Cámpora. Una proyección que hace brotar la tensión en el territorio.
Un importante dirigente camporista puso sobre la mesa su mirada y la necesidad de que haya un encuentro para bajar los decibeles. “Cristina y Máximo son pragmáticos. Se puede arreglar con ellos. Pero se tienen que sentar. Hay que lograr que todos se sienten en una mesa”, advirtió. La necesidad se expone en todos lados y en paralelo a la guerra fría con la que convive el kirchnerismo desde que arrancó el año.
En definitiva, tanto en el camporismo como en el kicillofismo aceptan que si el peronismo no va unido el año que viene, es todo ganancia para Javier Milei. Exactamente lo mismo piensa Massa, que está convencido que la interna se va ordenar, de arriba hacia abajo, y que el peronismo será competitivo. Pero la unidad es fundamental. Divididos nadie tiene chances de acercarse a un triunfo.
En distintas terminales del peronismo crece, hace varios días, la idea de que es importante que se genere una mesa política y que haya una tregua entre la ex presidenta y Kicillof. No es una postura uniforme. Hay intendentes, legisladores y armadores políticos que creen que lo mejor es que el año que viene haya dos listas en las elecciones bonaerenses, y que se dispute la conducción del peronismo provincial con los votos adentro de las urnas.
“La única forma de que Cristina entienda que la vas a enfrentar es que le armes una lista paralela. Si Axel no da ese paso ahora, después de la elección del 2025 va a ser un pato rengo. Va a perder poder rápidamente porque ya no tiene reelección. Es ahora o nunca”, reflexionó un jefe comunal del conurbano. Esa mirada está instalada en un grupo que cree que es el momento de discutirle poder a CFK. Ahora, porque el año que viene es tarde.
La relación entre Axel Kicillof y la familia Kirchner sigue siendo fría y distante. No hay vínculo estable con la ex presidenta y el diputado nacional. Más allá de eso, en el kirchnerismo también creen que es momento de generar un encuentro en el que se resuelva cómo será el proceso electoral del año que viene. Hay demasiados intereses en juego como para que una interna política se lleve al peronismo puesto el domingo de la elección. Infobae