Estaba enterrada en Groenlandia y fue descubierta por accidente. Lo que parecía una base científica, era parte de un plan militar durante la Guerra Fría.
Durante una misión científica en Groenlandia, la NASA hizo un hallazgo que sorprendió incluso a los investigadores: bajo el hielo, detectaron una base militar secreta de Estados Unidos que permaneció oculta durante más de 50 años. Se trata de Camp Century, un complejo subterráneo que fue diseñado para albergar un reactor nuclear y preparar el despliegue de misiles durante la Guerra Fría.
Lo más impactante no fue solo su existencia, sino la verdadera finalidad del lugar, que se mantuvo en secreto incluso para el gobierno de Dinamarca, país al que pertenece el territorio. Lo que oficialmente era una base científica para estudiar el hielo, en realidad formaba parte del Proyecto Iceworm, un plan encubierto para instalar cientos de misiles nucleares bajo el Ártico.
Este descubrimiento no solo reabre el debate sobre los secretos de la Guerra Fría, sino que también muestra cómo la tecnología moderna, como el radar de penetración de hielo UAVSAR de la NASA, puede revelar estructuras completamente enterradas y olvidadas por décadas.
Durante un vuelo rutinario con sensores de alta tecnología, el radar UAVSAR captó señales inusuales a más de 30 metros bajo la superficie. Allí se encontraron los restos de una ciudad completa bajo el hielo, con dormitorios, comedores, laboratorios y pasillos interconectados, todos alimentados por un pequeño reactor nuclear que había sido trasladado a Groenlandia a fines de los años 50.
Las imágenes y datos recolectados permitieron reconstruir por primera vez la distribución completa de Camp Century, abandonada en 1967. El reactor funcionaba como fuente principal de energía, y toda la estructura podía albergar a más de 200 personas durante largos periodos.
Pero el verdadero propósito no era científico: documentos desclasificados en los años 90 revelaron que la base formaba parte de un plan militar del Pentágono para instalar misiles nucleares de alcance medio. La inestabilidad del hielo forzó el abandono del proyecto, pero la infraestructura quedó oculta, congelada en el tiempo.
La clave de este hallazgo fue el uso del radar de penetración de hielo UAVSAR, que la NASA desarrolló para estudiar el cambio climático en Groenlandia y la Antártida. Gracias a su nivel de detalle, se pudieron visualizar las formas exactas de las estructuras enterradas y confirmar que se trataba de una base militar subterránea, más que de un puesto científico.
Chad Greene, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, comparó la experiencia con “descubrir una civilización perdida”, dado el nivel de complejidad de las instalaciones y su estado de conservación. Este hallazgo también recuerda el papel militar que jugó el Ártico durante la Guerra Fría: en esa época, Estados Unidos construyó al menos 17 bases en Groenlandia, aunque hoy solo queda activa la Base Espacial Pituffik.
